sábado, 12 de noviembre de 2011

ÁGAPE

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ÁGAPE


COST ver, SANTA CENA, BANQUETE Una de las cuatro palabras que en griego bíblico expresan el vocablo que en las Biblias castellanas se traduce por «amor». En el Nuevo Testamento se emplea para designar el amor que los creyentes deben sentir los unos por los otros; se da ese mismo nombre a una cena fraternal que los primeros cristianos celebraban (1Co_11:17-34). Desgraciadamente surgieron abusos graves en estas fiestas, por lo que fueron desapareciendo, al menos como celebración con motivo de la Santa Cena. (Véase) No obstante, continúan celebrándose fiestas fraternales en la mayoría de iglesias cristianas. (Véase BANQUETE)


ACEITE

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A menos que se indique ungüentos u óleos cosméticos (Rt. 3.3; 2 S. 14.2; Sal. 104.5), u óleo de mirra (Est. 2.12), en las demás referencias bíblicas al aceite se entiende el producto que se extrae del fruto del *olivo. La abundancia de olivos (Olea europaea) en la antigua Palestina permitió un floreciente comercio con Tiro y Egipto. Salomón proveyó grandes cantidades de aceite a Hiram como parte de pago por la construcción del templo (1 R. 5.11; Ez. 27.17), mientras que Egipto importaba considerables cantidades de aceite palestino (cf.cf. confer (lat.), compárese Os. 12.1), debido a que el clima egp.egp. egipcio no permite un efectivo culto del olivo.

Como elemento importante de las ceremonias religiosas, el aceite ocupaba un lugar prominente entre las primicias que se ofrecían (Ex. 22.29), y estaba, también, sujeto al diezmo (Dt. 12.17). Las ofrendas de harina frecuentemente se mezclaban con aceite (Lv. 8.26; Nm. 7.19), y la lámpara del santuario (Ex. 25.6) se llenaba con aceite recién prensado (Lv. 24.2). Se empleaba aceite ceremonialmente en la consagración de los sacerdotes (Ex. 29.2), en la purificación de los leprosos (Lv. 14.10–18), durante los sacrificios diarios (Ex. 29.40), y al completarse el voto del nazareo (Nm. 6.15). Pero en ciertas ceremonias no se empleaba el aceite, p. ej.p. ej. por ejemplo en la ofrenda por los celos (Nm. 5.15) y en la ofrenda por el pecado (Lv. 5.11).

Se usaba mucho el aceite de oliva en la preparación de alimentos, y reemplazaba la mantequilla en la cocina (1 R. 17.12–16). Un uso igualmente popular en la esfera doméstica era como combustible para las pequeñas lámparas que abundaron desde épocas primitivas en Palestina. Tanto las portátiles como las de otros tipos tenían generalmente una muesca en el borde en la que se ponía una mecha de lino o cáñamo (Is. 42.3). Al llenar la lámpara con aceite de oliva, la mecha producía una llama estable hasta que se terminaba el combustible. Era costumbre en la época del NTNT Nuevo Testamento, que quien llevaba estas lámparas se prendiera en un dedo un pequeño recipiente de aceite de oliva por medio de un cordel. Si era necesario volver a cargar la lámpara en cualquier momento se disponía así de una reserva de aceite (cf.cf. confer (lat.), compárese Mt. 25.1–13).

Aparte de su uso en la consagración de los sacerdotes (Ex. 29.2), el aceite era un importante elemento ritual en el reconocimiento ceremonial del rango monárquico (1 S. 10.1; R. 1.39).

Como medicamento se empleaba el aceite de oliva tanto en forma interna como externa. Sus cualidades emolientes y protectoras hacían que fuera un remedio valioso para los desórdenes gástricos; también se conocían en la antigüedad sus propiedades como laxante suave. Era común su uso en forma externa como ungüento para contusiones y heridas (Is. 1.6; Mr. 6.13; Lc. 10.34).

En la época del ATAT Antiguo Testamento se producía aceite de oliva empleando majaderos o morteros (Ex. 27.20), o moliendo las aceitunas en una prensa de piedra. En las excavaciones llevadas a cabo en Taanac, Meguido y Jerusalén se han encontrado prensas cavadas en la roca viva. Un gran rodillo de piedra accionado por dos personas trituraba las aceitunas hasta convertirlas en pulpa, la que luego se pisaba (Dt. 33.24) o se sometía a prensamiento adicional. Una vez quitadas las impurezas, el aceite estaba listo para usar. El huerto de Getsemaní (gat_sûemen, ‘prensa de aceite’) recibió este nombre por las prensas de piedra colocadas allí para sacar aceite de las aceitunas que se cosechaban en el mte.mte. monte de los Olivos.

Comúnmente se empleaba aceite para ungir el cuerpo después de un baño (Rt. 3.3; 2 S. 12.20), o como parte de alguna ocasión festiva (cf.cf. confer (lat.), compárese Sal. 23.5). En el Egipto antiguo un sirviente generalmente ungía la cabeza de cada huésped a medida que tomaban su lugar en la fiesta. El ungimiento de los enfermos (Stg. 5.14) en la época del NTNT Nuevo Testamento se había convertido en un rito casi sacramental. Josefo registra como peculiaridad de los esenios el que no se ungían con aceite, por considerar que el hacerlo los volvía "impuros" (GJGJ Josefo, Guerras de los judíos 2.123).

La presencia del aceite simbolizaba alegría (Is. 61.3), mientras que su ausencia indicaba pena o humillación (Jl. 1.10). En forma similar, se empleaba el aceite como imagen de bienestar, alimento espiritual o prosperidad (Dt. 33.24; Job 29.6; Sal. 45.7).

martes, 8 de noviembre de 2011

ABBA

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imagenLa palabra aramea ´ab·bá´ es la forma enfática o definida de ´av, y literalmente significa "oh, padre" o "el padre". Era el nombre cariñoso que usaban los niños al referirse a sus padres, y combina algo de la intimidad de la palabra española "papá" con la dignidad de la palabra "padre", de modo que es una expresión informal y a la vez respetuosa. Por lo tanto, más bien que un título, era una forma cariñosa de expresarse y una de las primeras palabras que un hijo aprendía a decir.

Esta palabra aramea aparece tres veces en las Escrituras, y siempre en su forma transliterada al griego, como también la transliteran la mayoría de las traducciones españolas. En todos los casos viene seguida inmediatamente de su traducción al griego ho pa·ter, cuyo significado literal es "el padre" o, usado como vocativo, "oh, padre". Siempre se emplea con referencia al Padre celestial, Jehová.

Marcos registra que Jesús utilizó esta expresión al orar a Jehová Dios en el jardín de Getsemaní poco antes de su muerte, cuando dijo: "Abba, Padre, todas las cosas te son posibles; remueve de mí esta copa. No obstante, no lo que yo quiero, sino lo que tú quieres". (Mr 14:36.) He aquí un ferviente ruego dirigido por un hijo a un padre amado, seguido inmediatamente de una afirmación de obediencia incondicional.

Las otras dos veces que aparece esta expresión es en las cartas de Pablo, en Romanos 8:15 y Gálatas 4:6. En ambos lugares se usa con relación a los cristianos a quienes se llama para que sean hijos de Dios engendrados por espíritu, y denota la intimidad de su relación con el Padre. Aunque son "esclavos de Dios" y "comprados por precio", también son hijos en la casa de un Padre amoroso, condición de la que se les hace plenamente conscientes por medio del espíritu santo a través de su Señor Jesús. (Ro 6:22; 1Co 7:23; Ro 8:15; Gál 4:6.)
Más que una simple traducción al griego del vocablo arameo, hay quien ve en la yuxtaposición de las palabras ´Ab·bá´ y "Padre" la confianza, intimidad y sumisión propias de un niño, junto con un aprecio maduro de la relación filial y sus responsabilidades. De estos textos parece desprenderse que en los tiempos apostólicos los cristianos usaban el término ´Ab·bá´ en sus oraciones a Dios.

En los primeros siglos de la era común, la palabra ´Ab·bá´ llegó a usarse como un título honorífico aplicado a los rabinos judíos, y en ese sentido se usa en el Talmud Babilonio (Berajot, cap. II, 16b). El que actuaba en calidad de vicepresidente del Sanedrín judío ya ostentaba el título ´Av, o Padre del Sanedrín. Posteriormente también se asignó este título a los obispos de las iglesias copta, etíope y siria, y, de manera más particular, llegó a ser el título del obispo de Alejandría, título que lo convirtió en el "papa" de esa parte de la Iglesia oriental. Las palabras españolas "abad" y "abadía" se derivan de la expresión aramea ´ab·bá´. Jerónimo, el traductor de la Vulgata latina, objetó al uso que en su día se hacía del título "abad" para referirse a los monjes católicos, alegando que violaba las instrucciones de Jesús registradas en Mateo 23:9: "Además, no llamen padre de ustedes a nadie sobre la tierra, porque uno solo es su Padre, el Celestial".
 
 
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